Sentada en sus piernas, comienzas a besarlo. No te importa el mundo girando a tu alrededor. El tiempo se detiene y tu corazón no deja de latir. La gente pasa. Lo besas. La gente los ve. Lo besas. La gente empieza a susurrar: señalándolos. Lo besas.
Sentada en sus piernas, comienzas a besarlo. No te importa qué pasa a tu alrededor. Porque es justo en ese momento cuando la pena se diluye en saliva y los preceptos moralistas se pierden entre cabellos revueltos. No importa nada más que los dos corazones latiendo acelerados, ambos cuerpos luchando por demostrarse el amor ante el mundo y gritarlo. Y que todos lo escuchen.
-César Iván Borbolla Torres y Andrea Valdez Bustos.
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