A mis 23 al principio del año mis preocupaciones eran: la tarea, el examen, y los trámites para la graduación. A mis 23 a la mitad del año ya estaba con un pie afuera de la universidad y otro en el mundo laboral y en la vida adulta (que no sabía que esperar de ésta pues llegó sin avisar). A mis 23 al final del año mis preocupaciones eran: dónde voy a vivir, cómo debo ahorrar, cómo tendré una mayor solvencia económica para mantenerme.
A mis 23 años pasaron muchas cosas, de ser una joven universitaria a ser una mujer profesionista, de depender de mis papás a mantenerme yo sola, de vivir en Monterrey a empezar a vivir en la Ciudad de México.
A mis 23 años crecí, me perdí, me encontré y maduré, adaptándome a todos los cambios que estaba viviendo, y que hoy sentada en el aeropuerto, me di cuenta que habían pasado. Pero el cambio más importante, al que sigo adaptándome, es a esta vida adulta con todas sus responsabilidades y obligaciones que conlleva y con toda la actitud positiva para disfrutar de esta gran etapa. Etapa donde vuelo del nido un poco más lejos…

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