Ya no te llamaré, extraño,
hay un cerrojo en tu mirada
y tu ausencia está marcada,
en mi pobre alma de antaño.
Me veo en tu ojos, huraño
no me reconozco, ingrato.
En lo incierto desato,
desde tu partida, altiva,
que me movió a la deriva,
con mi futuro insensato.

Deja un comentario